MADAGASCAR
(Artículo publicado en la revista Visión Salvaje en 2010)
El país de los lémures es un destino lejano, necesitamos volar para alcanzarlo, primero con nuestra mente, permitiéndole que se desate en la búsqueda de destinos idílicos, transgrediendo nuestra natural tendencia a circunscribirnos a lo que, de forma inmediata, nos rodea; y, en segundo lugar, físicamente, superando el miedo que supone contravenir nuestra naturaleza de seres terráqueos.
Pero una vez superadas todas estas trabas los colores rojizos de su tierra, la luz escarlata de sus atardeceres, las tonalidades turquesas de sus cristalinas aguas, las blancas e inmaculadas arenas de sus infinitas playas, las lujuriosas tonalidades verdes de sus selvas, sus desiertos de inefables tonos ocres y dorados, sus originales formas vitales y, sin lugar a dudas, la alegría y amabilidad de sus gentes, nos devolverán con creces los esfuerzos realizados.
Mi intención, mediante este pequeño artículo es ambiciosa, no es otra que la de transportarte a este paraíso. Para ello no voy recurrir a farragosas disquisiciones de biotopos y especimenes, sencillamente pretendo que sean las imágenes las que te hablen, enamorándote, de esta isla suspendida en el tiempo.
SINGULARIDADES
¿Por qué ostenta esta tierra para todos los naturalistas tal condición de excepcionalidad? Son incontables las razones pero, desde una perspectiva genérica, porque el aislamiento secular que ha vivido nos permite observar una naturaleza que se ha desarrollado incomunicada del resto del planeta, durante un periodo de tiempo tan dilatado que sólo puede ser concebido si lo imaginamos en términos de tiempo geológico. Aquí adquiere sentido el concepto evolutivo de radiación adaptativa: vemos como un ser primigenio ha dado lugar en este espacio a una serie de seres vivos singulares inexistentes en ninguna otra parte del planeta; mientras que el mismo primitivo individuo evolucionó en otras formas vitales dando lugar a otros seres singulares en los espacios geográficos vecinos. Los ejemplos son tan numerosos como exquisita la belleza de sus resultados.
Pasemos a repasar ahora lo que podríamos denominar como los “típicos tópicos” sobre nuestra paradisíaca isla:
Los primitivos lémures dieron lugar a los simios en el resto de las regiones de la tierra, pero aquí se diversificaron en distintas especies que hoy ocupan los diferentes nichos ecológicos existentes.
Nunca podré olvidar el primer encuentro con uno de estas maravillosas criaturas. Aún no había despuntado del todo el día cuando un concierto de aullidos y murmullos, provenientes del bosque de tamarindos, donde se encontraba nuestra cabaña, me hicieron saltar, como un resorte, de la cama y salir compulsivamente en busca de los autores del sonoro espectáculo. Al doblar un recodo de la vereda roja y arenosa, que se adentraba en la espesura, tuve una aparición. Parsimonioso e impávido se presentó ante mi legañosa mirada este ejemplar de maki, de la guisa que aparece en la imagen; me miró, displicente, pero continuó con su placentero baño de sol, ajeno a mi ajetreo con cámaras y trípodes. Si Buda tuviera una paradigmática representación animal esta sería, sin duda, un lémur catta asoleándose al inicio del día en Berenty.
Los camaleones son seres extraños poseedores de una cambiante coloración que les garantiza un mimetismo, o fanerismo, según su voluntad y circunstancias, a toda prueba. El cambio de tonalidad lo logran gracias a un mecanismo hormonal que excita o inhibe unas peculiares células pigmentarias, que se ubican en su piel. Pero, con ser esta originalidad sorprendente, no es la única que poseen. Su cuello dispone de una reducida capacidad de movimiento, pero la extrema, e independiente, movilidad de sus ojos les hace disponer de un envidiable control visual de su entorno; logrando a placer, dos campos visuales, derecho e izquierdo, o bien una visión binocular central, necesaria para la utilización de un arma letal que paso a describiros a continuación. Me refiero a su prodigiosa lengua, retráctil y pegajosa, capaz de alcanzar a una ajena, y desprevenida, presa a una considerable distancia. Su cola y dedos prensiles completan un original diseño que recuerda a un ser prehistórico que ha demostrado una incuestionable eficacia a lo largo del tiempo. Un dato relevante a tener en cuenta es que más de la mitad de todas las especies de camaleones que habitan el planeta tienen aquí su hogar.
No podía faltar el tópico de tópicos, el icono por excelencia de la isla malgache, y, como no, hablamos de los baobab. El pensamiento mágico-simbólico no ha logrado transformar la realidad poniéndola al servicio del hombre, pero lo que de forma incuestionable le debemos es una infinidad de historias en las que los seres humanos, de diversas épocas, han volcado una belleza y sensibilidad desbordantes. Es el caso de las muchas leyendas africanas que ofrecen una explicación de la existencia de este extraño árbol. Se conocen en todo el planeta ocho especies de baobab y de ellas seis son endémicas de la isla, es decir, solo existen en ella.
PARADOJAS
Otro aspecto relevante de este inusitado lugar lo constituyen, sin ninguna duda, los incontables ejemplos de fabulosas contradicciones que los naturalistas intentan resolver entorno a la gran isla; aunque lo más sorpresivo se debe a la distribución geográfica de las especies no este el único motivo de perplejidad:
Las primorosas plantas carnívoras pertenecientes al género de las plantas jarro tienen su hábitat solamente aquí, en la India y en Oceanía.
Este jarrito, de delicioso diseño, contiene una pócima, que podéis apreciar como un nivel acuoso en la imagen, que puede actuar como liquido placentario o como corrosivo jugo gástrico en función de la especie que lo visite. En efecto, en él se suelen disolver los pequeños cuerpos de algunos insectos para ser utilizados por la planta como nutrientes, pero se ha descubierto que determinadas especies pueden utilizarlo para albergar con éxito sus puestas.
En el territorio que nos ocupa no existen salamandras, tritones, sapos ni las ranas de los árboles. En cambio el fenómeno de la radiación adaptativa citado es muy llamativo en el caso del resto de las ranitas malgaches, sobre todo en la familia de los racofóridos. Traemos a colación la imagen de una preciosa rana tomate (Dyscopus antogili).
Los ofidios desarrollaron un peculiar y terrorífico mecanismo adaptativo; así, las cobras y víboras, poseen sofisticados y letales aparatos inoculadores de veneno, pero esto… tampoco ocurrió en nuestra isla, aquí nunca correremos el riesgo de ser mordidos por una serpiente venenosa porque sencillamente no existen. Dentro ya de las serpientes los boídos sólo están representados en este territorio, por la boa malgache, pero para encontrar a otros integrantes de este grupo debemos dirigir nuestra vista a… Sudamérica; en las regiones que perimetran a nuestra isla su lugar lo ocupan las pitones.
En el resto del planeta los geckos o salamanquesas son animales nocturnos de coloraciones poco llamativas, ya que al ser la noche su espacio vital no las precisan, y poseen una pupila vertical. Pero, y ya no debería sorprendernos nada en Madagascar, existe uno con pupila circular y un llamativo, y delicioso, colorido; es el Phelsuma que deambula alegremente por ramas y paredes durante el día, haciendo las delicias del fotógrafo de naturaleza.
Este párrafo podría trocarse en una interminable lista que no haría sino acrecentar nuestra perplejidad y admiración sobre esta tierra.
EPÍLOGO
No podemos olvidar que estamos en África que es el paradigma de la naturaleza primigenia y que en ella asientan los orígenes de la humanidad. Pero en realidad estas razones, cimentadas en sesudos estudios científicos, se me antojan como la conceptualización de un sentimiento, como una justificación “a posteriori” de las emociones que nos provoca la estancia en ella. Su sola visión emociona, engancha, seduce; y no sólo al naturalista, que la ama como continente de sus pasiones, sino que estas mismas emociones han sido relatadas por visitantes de diversa condición y formación. Tal vez pudiera ser el magnetismo de lo arquetípico…
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PARAJE NATURAL MARISMAS DEL RÍO ODIEL
(Artículo publicado como prólogo al libro conmemorativo de la Exposición sobre el Paraje en 2010)
Al pisar las reducidas porciones de tierra firme que conforman este espacio, bien podríamos estar asentando nuestros pies encima de lo que en otro tiempo fuera la mítica Tartessos, esta sola razón hace que nuestra visita posea un especial carisma. El enclave es rico en yacimientos arqueológicos de diverso origen, aún en estudio, estando contrastada científicamente su ocupación humana desde el Paleolítico.
Nos encontramos en unas marismas de estuario que muchos expertos consideran como las más relevantes de todas las existentes en la Península Ibérica, y en el segundo humedal en importancia de la provincia de Huelva, después de Doñana.
En la actualidad el espacio se encuentra acosado por una extensa zona industrial ubicada a levante, aunque la contaminación procedente de esta tiene un mínimo impacto gracias al claro predominio en la zona de los vientos purificadores de poniente. El resto de los puntos cardinales se encuentran poblados por un autentico cinturón urbano que lo cerca en todo su perímetro, excepto en la zona sur y parte del oeste por donde se asoma al mar abierto. El mencionado corsé urbano lo conforman las poblaciones, en continua expansión, de Huelva, Aljaraque-Corrales, Gibraleón y Punta Umbría. Sorprendentemente, y a pesar de este panorama, todos los indicadores ornitológicos, fundamentalmente el número de especies avistadas y la actividad reproductora de estas, nos indican que goza de una excelente salud.
Podríamos reseñar una larga lista de títulos nacionales e internacionales que certifican sus valores como enclave de incuestionable importancia, tanto desde el punto de vista botánico como faunístico, pero solo me voy a permitir recordar uno: el de Reserva de la Biosfera, el pasado año se cumplió el vigésimoquinto desde que la UNESCO se lo concedió. A pesar de estar avalado por este título de indudable relevancia internacional, seguiríamos, no obstante, olvidando sus principales valores, si no diera cuenta de otros aspectos de su sensible configuración. Me refiero a la magia de sus luces, de sus coloristas alboradas, de sus encendidos ocasos, de los misteriosos tonos que adquieren los haces de luz que saliendo filtrados, a través de las nubes de tormenta, iluminan de forma irreal sus playas; a la sinfonía de olores, tanto de sus marismas como de las abundantes plantas aromáticas de su bosque mediterráneo; a las voces, o los susurros, de sus vientos; en definitiva, a ese conjunto de rasgos peculiares que hace que este lugar te atrape con unos encantos que muchas veces nos pudieran parecer apócrifos. Pero pasemos a repasar, de una manera más prosaica, las posibilidades que tenemos al visitar este singular y desconocido enclave.
Su flora es de una inusitada belleza y de un enorme valor naturalista. Podemos ver en sus arenales la escasa amapola de mar (Glaucium flavum) con sus preciosas flores amarillas. Al transitar por las dunas hacia el mar oler el perfume de la nacarada flor de la azucena marítima (Pancratium maritimum). Dejarnos sorprender por el rojo encendido de algunas Salicornias (Salicornia sp.) que habitan el los barros de sus marismas. Y, en los márgenes de la carretera que recorre el espacio, apreciar las grandes moles vegetales que forma aquí la retama blanca (Retama monosperma) y que se convierten en primavera en inmensas bolas de nieve sobre un lienzo azul, tan intenso, que se nos antojará irreal. No menos seductora nos resultará la jara pringosa (Cistus ladanifer) que se nos aparecerá por doquier con sus inmensas flores blancas tocadas en sus pétalos de un intenso rojo, en su variedades maculata, alternándose, como en pocos lugares podemos ver, con otra forma sin manchas que los botánicos apellidan como inmaculata. Y así podríamos seguir hablando de su vegetación en un relato interminable.
Pero aun tenemos más, ya que uno de los más reconocidos valores de este espacio es su riqueza faunística. En concreto su ornitofauna es de tal magnitud que, sin riesgo de equivocarnos, podemos afirmar que es una de las principales ZEPA (Zonas de especial protección para las aves) de nuestro país. Bastaría con nombrar que, en sus fangales, cría todas las primaveras la escasa y delicada espátula común (Platalea leucorodia) para dotarle de un excepcional valor -tengamos en cuenta que la colonia de reproducción que reseñamos es la mayor de Europa-, además, y por si esto fuera poco, la pasada primavera es la segunda en la que los flamencos nos regalan una nutrida y exitosa colonia de cría en la que se han llegado a anillar mas de 400 pollos de esta escasa especie. Podemos mencionar otro hito histórico de incalculable importancia, desde el punto de vista ornitológico, que tuvo lugar en el año 2008. Me refiero a la exitosa cría de una pareja de águila pescadora (Pandion haliaetus) que como sabéis es una circunstancia de una extraordinaria rareza en nuestro medio, y que significa el fruto del desvelo por mimar a esta especie que se tiene en este emblemático espacio natural. Justo es decir que gracias al denodado esfuerzo por parte del personal responsable los incrementos del número de ejemplares de esta especie en invernada han sido continuos desde hace ya varios años, y que el programa de reintroducción de la misma se lleva a cabo con prometedores resultados. La población invernante de zampullines cuellinegros (Podiceps nigricollis) es sin duda la más nutrida de España; y una anátida tan difícil de ver en nuestro país como el tarro blanco (Tadorna tadorna) tiene aquí una abundante población de invernantes, tanto que hace que podamos afirmar que su observación en la zona no constituye ninguna rareza. No podemos, por último, olvidar que este espacio es renombrado entre los naturalistas por la riqueza de su población de limícolas. En definitiva que la visita no nos defraudará sea cual sea la época del año elegida para ello. El panorama ornitológico será distinto en cada estación, pero dada su vocación de nicho acogedor de aves de paso siempre tenemos garantizada la visión de gran número de especies.
En cuanto al aprovechamiento antrópico de estas tierras el hombre viene extrayendo sal de estas marismas desde tiempo inmemorial y perviven en el lugar unas salinas tradicionales en las que se labora aun con instrumentos y procedimientos ya en desuso en la mayor parte de nuestro territorio. Para permitirnos disfrutar de esta actividad se ha habilitado un pequeño centro de interpretación “in situ” donde se puede disfrutar de una recreación de cómo se realizan estos artesanales procedimientos. Curiosamente coexisten con unas salinas industriales, de considerables extensión, de las que las separan escasos metros, pudiendo apreciar en nuestra visita a estas tierras el contraste de ambos métodos de extracción. Las balsas salineras son precisamente el hábitat de las artemias, microscópicos crustáceos, que constituyen uno de los principales alimentos de los flamencos que las filtran del agua con sus peculiares y enormes picos sirviéndoles de sustento y proporcionándoles el característico color rojo que exhiben en su plumaje. Es en estas balsas donde se acumula el agua de mar para que paulatinamente se vaya concentrando en ellas la sal mediante la evaporación del agua. También es este el hábitat de una abundantísima ictiofauna que constituye el principal alimento del gran número de aves del lugar.
El marisqueo tradicional se sigue practicando siendo habitual ver desde la carretera que nos lleva al faro del espigón la típica estampa del mariscador enfangado faenando en el lugar. La pesca deportiva con caña es un atractivo más, pasando la zona por ser una de las más querenciosas para los aficionados a este deporte de toda la costa onubense. Y no podemos olvidar que este desconocido Paraje alberga una inmensa playa de finas y blancas arenas de la que hace un uso cotidiano los onubenses, en la época veraniega, al ser esta el arenal costero mas próximo a la capital onubense y permitir sus aguas un baño sin riesgos por ser muy suave la pendiente con que las arenas se sumerge en el mar. En invierno podemos ver como, algunos intrépidos, utilizan el tren de olas que se forma en determinadas condiciones meteorológicas para hacer surfing y en días más tranquilos no es difícil observar como navegantes ocasionales practican su deporte favorito con kayacs o con piraguas tradicionales. El senderismo esta permitido en el interior , si obtenemos previamente un permiso, que se gestiona en las oficinas del Paraje, y que nos permitirá visitar zonas de manchas de un bosque mediterráneo asentado en un peculiar sustrato arenoso con abundantes conchas y que se caracteriza por una población de sabinas de envidiable porte e insuperable belleza. También, en la periferia del espacio, existe un carril claramente acotado y bien acondicionado, para bicis y senderistas, que serpentea por marismas y salinas y del que habla por si solo de su amable belleza la abundancia de ciclistas y paseantes cuando la bonanza climatológica lo permite; lo que, dicho sea de paso, ocurre en un gran porcentaje de días al año. En algunas de las rutas senderistas se cuenta con la existencia de observatorios de naturaleza que harán sin duda las delicias tanto del observador como del fotógrafo de aves. No esta de mas reseñar que si es de nuestro agrado una visita más pasiva, el Paraje cuenta con las posibilidades de un recorrido en tren neumático de vagones techados, e incluso de paseos en barco por sus aguas, actividades que tendremos que gestionar con la debida antelación.
Por ultimo es importante conocer que existe, a la entrada del Paraje, un excelente Centro de Interpretación donde amablemente se nos informa de las actividades y posibilidades lúdicas del espacio. Cuenta con medios audiovisuales y con exposiciones varias que nos permitirán hacernos una idea de sus posibilidades de uso y de esta manera podremos elegir la mejor forma de distribuir nuestro tiempo en función de nuestros particulares intereses.
© Juan C. Muñoz Rodríguez (2010)
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LAS ISLAS GÁLAPAGOS
(Artículo publicado en la revista especializada Vision Salvaje en 2009)
INTRODUCCIÓN. CONTEXTO.
Es inevitable asociar el nombre de estas islas con el de Charles Robert Darwin (1809-1882); además es de todos conocido que este año se celebran dos efemérides relacionadas con su figura. La primera hace mención al nacimiento del insigne naturalista, se cumplen 200 años del mismo, mientras la segunda conmemora los 150 años de la publicación de su revolucionaria obra “El origen de las especies”. Hasta aquí el dato machaconamente mediático, pero ¿Porqué esa resonancia internacional, a qué se debe la relevancia que cobran estas celebraciones?
No seria ni un ápice exagerado afirmar que se debe a que las tesis darwinianas son, sin ningún genero de dudas, uno de los pilares del pensamiento moderno. En sus ingeniosas, inteligentes, y sagaces observaciones se apoyan múltiples deducciones que, a la postre, son el fundamento de cuestiones tan aceptadas en la actualidad como la igualdad de los sexos y de las razas. Y se corrobora científicamente la hermandad de todos los seres vivos. En definitiva, después de sus descubrimientos, se puede afirmar tajantemente que somos el resultado de la evolución y que nos determina la selección natural. Todo ello venia a dinamitar el modelo antropocéntrico y creacionista que consideraba al hombre como el rey de la creación, con derecho a utilizar/destruir, sin limite alguno, la Naturaleza que le albergaba.
GEOLOGÍA
Pero pasemos sin dilación a los aspectos estéticos, de por si inmensamente atractivos, y naturalistas de este enclave. Lo primero que nos llama la atención es la obviedad de su origen volcánico. Nos impresiona el sustrato que pisamos que, en la mayoría de los casos, nos produce la sensación de que es lava recién solidificada lo que hay bajo nuestras botas. En algunas imágenes podéis apreciar los colores que la enorme temperatura ha comunicado a la tierra incandescente. La dinámica de los flujos de lava en su caminar hacia el mar han producido llamativas estructuras digamos “arquitectónicas”. En la isla Baltra podemos introducirnos en un tubo volcánico de dimensiones catedralicias, que pasa por ser el segundo en tamaño encontrado en nuestro planeta. Algunas de estas estructuras tubulares desembocan en el mar por uno de sus extremos, mientras que por el otro, ya en tierra firme, se abren a la superficie. El resultado es que, al golpear la fuerza del oleaje sobre la costa, se genera un flujo de agua que penetra violentamente en estos tubos para acabar saliendo enérgicamente por el otro extremo originando una suerte de géiser de gran belleza. Aquí llaman a estas estructuras “sopladores” debido a que el agua sale mezclada en su violenta salida con el aire, y, la mezcla de estos dos elementos, da lugar a agua pulverizada en forma de columna ascendente que nos recuerda al resoplido de los cetáceos. Todo nos invita a corroborar la hipótesis, sostenida por los geólogos, de que estamos en un “punto caliente” de los mas activos del planeta.
La cuestión del origen geológico de estas islas es trascendente a la hora de fundamentar la teoría darwiniana. Viene a explicarnos el aislamiento de las especies, tanto de flora como de fauna, a la hora de su evolución al margen del continente. Dicho de otra forma, estos fragmentos de tierra firme en medio del Pacifico, distan mas de 1000 Km de la costa americana, no se desgajaron del continente, sino que provienen de la solidificación del magma que ha emergido de las mismas entrañas del planeta.
No obstante, el aporte marino de finas arenas, procedentes de la degradación de materiales coralinos, aunque secundario, desde el punto de vista de su importancia cuantitativa, aporta a las islas unas deliciosas playas, de un aspecto blanco inmaculado, dotándolas de una cualidad estética extraordinaria.
FLORA
Existen varias comunidades florales que se estratifican en función de la altura a la que se ubican. En términos cuantitativos predomina la vegetación crasa, situada a continuación de la franja costera, ya que la sequedad es la norma habitual del clima en estos parajes; pero tenemos otros representantes que, gustando de un hábitat mas húmedo, y situados por tanto a mayor altura, como el palo santo (Bursera graveolens), dan lugar a bosquetes que lucen como una franja argéntea en las laderas de algunos viejos volcanes.
En cuanto a la vegetación especifica de zonas áridas, especial relevancia poseen las llamada tunas (Opuntia sp.) ya que son el soporte alimenticio de las iguanas terrestres y también constituyeron la salvación de muchos náufragos llegados a estas tierras y que lograron saciar su sed gracias al agua retenida en el interior de las carnosas estructuras de estos vegetales.
Otra representante de la flora de este ecosistema, y que especialmente llaman la atención del fotógrafo por los colores que aportan al paisaje, son las plantas del genero sesuvium. Vienen a configurar un lienzo pletórico de rojos, amarillos y ocres difícil de olvidar, que divisamos desde muy lejos, conforme navegamos rumbo a la Isla de Plaza Norte donde estos vegetales adquieren su mayor esplendor. Es aquí donde encontramos una abundancia extraordinaria del saltamontes endémico de galápagos que constituye, sin duda, un importante recurso alimenticio para aves e iguanas.
Los mangles son, sin duda, otra de las especies dominantes. Los manglares, a los que estos arboles dan lugar, conforman una densa maraña costera con sus ramas y raíces que ofrecen refugio a las frezas, y posteriormente a los alevines que de ellas se originan, de multitud de especies que acuden a estas formaciones precisamente para confiar a este refugio su preciada descendencia. Y, por lo tanto, no faltaran nunca los predadores acechando atentos ese tesoro alimenticio. Esta comunidad alcanza extraordinario esplendor y belleza en Caleta Tortuga Negra. Aquí podemos observar a placer, desde un pequeño bote, que llaman aquí panga, sobre someras aguas del manglar, las copulas en la superficie de varias parejas de tortuga verde del Pacifico (Chelonia myda agassizii) y los correspondientes lances de los machos que intentan desplazar a los copulantes apremiados por el instinto de perpetuarse. No sobresaltará inicialmente la abundancia de tiburones que pasan a escasos centímetros del frágil casco de nuestra chalupa sacando del agua de manera ostentosa su gran aleta dorsal y dejando una sutil estela en la superficie del agua con un efecto inmediato de helar la sangre de todos los embarcados; aunque, pasados algunos minutos, sera para nosotros algo tan natural que se apagará definitivamente la ansiedad de su visión inicial.
FAUNA
REPTILES
!Como no asociar las Islas Galápagos con esas tortugas gigantes (Geochelone nigra) de proverbial lentitud, aspecto bonachón y una de cuyas denominaciones populares ha dado lugar al topónimo del archipiélago! Las podemos encontrar alimentándose ávidamente de los diferentes vegetales de su hábitat, asoleándose plácidamente o gustando de un relajado baño en las charcas que con frecuencia usan para tal fin.
Hablar de las iguanas de Galápagos es hablar de otro de esos iconos imprescindibles de este enclave. Sin duda quedaremos extasiados al observar a las iguanas marinas (Amblyrhynchus cristatus). Es frecuente ver a estos animales próximos a una gran mancha blanca sobre uno de los inmensos peñascos de lava negra que conforman la costa. Si nos detenemos a observarlas en seguida apreciaremos como “estornudan” un liquido lechoso que veremos como va a parar sobre la descrita macula de la roca. Es otra curiosidad mas del fenómeno adaptativo de la vida. Estas iguanas se alimentan en el fondo marino de plantas acuáticas, pletóricas de sal, y luego eliminan esta en forma de autentico “estornudo” con el que emiten, de manera brusca y con gran violencia (!Cuidado con el equipo al acercarnos para obtener los planos macro!), una densa salmuera. Al depositarse ésta en la roca, y evaporar el sol su escaso contenido en agua, dan lugar al mencionado moteado blanquecino, fanérico y ubicuo, que llamativamente resalta sobre las negras rocas de la costa.
Pero no podemos olvidar a sus parientes, las iguanas terrestres (Conolophus sp), que exhiben anatomías bien diferenciadas en cada una de las islas que conforman este original archipiélago. En las fotografiás podéis apreciar cuan rotundas son esas diferencias morfológicas.
De menor porte pero muy abundante, y con una cómica rapidez en sus evoluciones, tenemos a la endémica lagartija de lava (Tropidurus sp) que, con su llamativo pecho rojo, nos deparará divertidas persecuciones para atraparla en nuestros sensores.
Existen tres especies de serpientes en las islas que comparten la cualidad de ser inofensivas para el hombre ya que ninguna esta dotada de mecanismo inoculador de veneno.
MAMÍFEROS ACUÁTICOS
Injusto seria si no mencionara la coexistencia en estas costas de dos tipos de focas de bien diferenciado origen. No podemos olvidar que nos encontramos en la máxima circunferencia terrestre, nos referimos a que estamos pisando el ecuador del globo terráqueo, siendo por tanto obvio que nos encontramos equidistantes de ambos hemisferios. Esta peculiaridad geográfica cobra vida en un matiz faunístico, ya que una de las focas que aquí habitan proviene del hemisferio norte, concretamente la foca californiana (Zalophus californianus wollebaeki). La otra, de mas fríos orígenes, lo hace del Antártico, luciendo precisamente esa denominación, que delata su procedencia, la de foca antártica, también denominada como lobo de dos pelos o foca peletera. (Arcetocephalus Australis ).
CRUSTÁCEOS
Dado que nuestro periplo por estas islas ha sido terrestre solo mencionaremos en este grupo el ubicuo cangrejo del pacifico que aquí recibe la denominación popular de zayapa (Grapsus grapsus) y cuya abundancia es extraordinaria. Me atrevería a deciros que es una de esos seres que parecen el producto de una imaginación atrevida, un ser vivo de tal colorido que su descripción resulta inefable. Me remito a las imágenes para que los lectores, de seguro aguerridos fotógrafos, juzguen por si mismos.
AVES
Sin duda que las aves precisarían de un articulo monográfico pero intentaré, en unas lineas, reseñar lo mas importante de este aspecto de la ecología del lugar:
Un desafío para nuestros reflejos fotográficos supondrá, sin duda, captar las rápidas evoluciones aéreas de las conspicuas fragatas (Existen dos especies de fragatas en las islas: Fregata magnificens y minor). Y supondrán, sin duda, un momento de gran placer fotográfico si tenemos la suerte de encontrar a un macho en su posadero con la roja bolsa gular inflada a tensión.
Los pelicanos, que en clave de humor, denominábamos como “pelicanos de los urinarios” ya que la especie que habita en estas aguas tiene el nombre científico de Pelacanus occidentalis, subespecie endémica, urinator. Son muy conspicuos, deambulan solos, o en grupos de escasos individuos, y suponen otro de los emplumados objetos de deseo para el fotógrafo.
La paloma de Galápagos (Zenaida galapagoensis) es otra de esas deliciosas criaturas que te impactan, se adornan con un primoroso antifaz azul, y os aseguro que su belleza es tan peculiar que nunca olvidaremos su visión. Es algo mas reticente a la hora de dejar que nuestros objetivos se acerquen, a pesar del cuestionable tópico de que aquí las aves se posan en tu hombro.
Otro icono del lugar lo constituyen los piqueros, en definitiva una versión de los conocidos alcatraces (Sula bassana) de nuestras latitudes. El llamativo piquero de patas azules (Sula nebouxii) nos resultará atractivo por presentar este color tan peculiar en un ave; y, porqué no decirlo, por lucir tan resultón en nuestras imágenes, nos hará permanecer en sus cercanías todo el tiempo posible. El piquero enmascarado (Sula dactylatra granti), con su cómico antifaz, posee un belleza que, aunque mas sobria en colorido, para nada desmerece del anterior.
La garza de lava (Butorides Sundevalli) es otra de las aves que la encontraremos por doquier, siempre ocupada en una minuciosa observación de la someras aguas costeras para procurarse alimento.
Si la suerte nos sonríe incluso podemos toparnos con la garza nocturna (Nyctassa violacea) que aquí recibe el nombre de guaco, y que, como su nombre indica, se alimenta de noche.
Un pequeño pajarito, vivaracho, de copete rojo y plumaje amarillo verdoso, recibe aquí el nombre de canario María (Dendroica Petechia aureola), o canario de las galápagos, y resultara bastante fácil que nos salga reiteradamente a nuestro encuentro.
La gaviota tijereta (Ceagrus furcatus) con su anillo periocular de un intenso color rojo es un endemismo mas a mencionar, criando solamente en estas islas. Son fáciles de avistar y muy confiadas con los humanos.
Aún otro endemismo lo constituye el papamoscas de galápagos (Myiarchus magnirostris).
El ostrero (Haematopus palliatus) se nos antojará como la misma especie de nuestras latitudes pero a poco que prestemos atención a su anatomía descubriremos diferencias significativas con sus parientes europeos.
En los acantilados de Plaza Norte podremos disfrutar con las evoluciones aéreas del exótico y acrobático rabijunco (Phaeton rabicauda) que, tened por seguro, os magnetizará desde el primer avistamiento hasta que el guía, ya desesperado, amenace con tiraros la cámara al mar si no avanzamos por el sendero de inmediato.
Delicadísimos se me antojan los tonos de plumaje que exhibe el gaviotín cabeciblanco (Anous stolidus galapaguensis) al que solo, o en pequeños grupos, se le ve deambulando con frecuencia por la linea de costa.
Existe una pequeña población de flamencos (Phoenicopterus ruber) en el archipiélago. Se les puede encontrar en cualquiera de las 27 lagunas que existen en las islas pero para realizar un avistamiento con seguridad deberemos dirigirnos a Isabela donde habita la mayor población de estas llamativas aves.
Existe una colonia de cría de albatros (Phoebastria/Diomedea irrorata) en la isla La Española que podremos retratar a placer si tenemos la suerte de estar en el lugar en el momento que estas impresionantes aves se encuentran en esta fase de su ciclo vital.
El cormorán áptero (Phalacrocorax harrisi) viene a representar uno de esos ejemplos paradigmáticos de adaptación al medio. Es tal la abundancia de alimento que las aves acuáticas poseen en estas aguas que no precisan del vuelo para alcanzarlo, para encontrar los peces de los que se alimentan les basta con sumergirse plácidamente desde sus posaderos costeros. La consecuencia es que han prescindido de esta funcionalidad. Dicho de otro modo no necesitan volar para alcanzar el alimento y consecuentemente se encuentran en una fase evolutiva en la que sus alas se han reducido drásticamente de tamaño.
Cucuves (Phoebastria irrorata) y pinzones (Se agrupan en cuatro géneros diferentes), aunque menos llamativos en cuanto a su plumaje, son ubicuos en las diferentes islas y hábitats y sus peculiaridades etológicas y morfológicas, respectivamente, han hecho brotar ríos de tinta de las plumas de diversos y afamados naturalistas.
Por no faltar en estas islas, mis queridos amigos, no falta ni el matiz exótico de la existencia de pingüinos (Spheniscus mendiculus), que se encuentran en un grave peligro de extinción, precisamente como muchas otras de las criaturas que aquí habitan. Aunque su presencia es atípica en estas latitudes, es el único pingüino que se encuentra en el hemisferio norte, la existencia de una fría corriente, conocida por corriente de Humboldt, dominante al oeste de las islas, hace posible este toque de fauna polar, que pone la guinda del pastel, desde el punto de vista naturalista, a este idílico destino.
Juan Carlos Muñoz Rodríguez.
Julio de 2009.